.. Ambessa: Mulu, la mamá que me partió el alma ..

jueves, 30 de octubre de 2014

Mulu, la mamá que me partió el alma

Ya era mi último día antes de abandonar la tierra donde tengo parte de mi vida. Estaba cobijada en una pequeña chabolita donde vive una de nuestras familias, ocho metros cuadrados donde se desarrolla gran parte de la vida de unos padres con sus 3 hijos. Estaba sentada en un trozo de madera, parte del escaso mobiliario de su hogar, haciendo algunas carantoñas al más pequeño de los niños cuando levanté la vista y miré a Mulu, la mamá; ella me miró con ojos vidriosos y no pudiendo retener por más tiempo el llanto me abrazó tan fuerte que tuve que contener la respiración durante unos segundos. Pegó su boca a mi oído y me susurraba unas palabras que no podía llegar a entender, pero el suave aliento que percibía me mostraba un alma deshecha.

 
Con abrazos, besos y suaves palabras intenté tranquilizarla. Una de las voluntarias salió con sus tres hijos a la puerta y yo, con un profundo suspiro cogí fuerzas para enfrentarme a la dura realidad que se encuentra en cada rincón de Etiopía. Le pedía a Hareg que me tradujera lo que me decía esa mujer, esa madre.

- Llévatelos por favor.

Y ya no pude aguantar por más tiempo, las lágrimas surgían de mis ojos con vida propia.

- Llévatelos, mi marido y yo nos estamos muriendo de sida, no puedo darles un futuro a mis niños. -Su voz ahogada revelaba el dolor que sentía a decir estas palabras- Llévatelos por favor, son tus hijos, tú los quieres y los estás ayudando. Tú si puedes darles un futuro.

Y me derrumbé... Cogí su mano y llorábamos juntas.

- No llores Mulu, tienes que ser fuerte, no te vas a morir, no lo vamos a permitir.

Mulu continuó contándome su historia, abriéndose en canal para que pudiera conocer un poco de la vida que le ha tocado vivir.

- Me violaron cuando yo tenía catorce años y me quedé embarazada. Y me contagié de sida. Pero la vida me regaló a mi pequeña Zemita. Conocí después a mi marido que siempre me ha querido aun conociendo la verdad y se hizo cargo de Zemita a pesar de no tener su sangre. Después vinieron Mikyas e Izra. Ahora esta maldita enfermedad no nos va a dejar disfrutar de ellos, tengo miedo. Sentía una pena tan grande en el pecho que aun me duele, resurge un poco cada día cuando me acuerdo de ella ¿Qué se puede hacer ante una situación así? Nos hemos comprometido con esta familia dándole toda la ayuda que necesitan para que puedan estar juntos todo el tiempo posible. El médico les ha mandado que tomen leche de vaca para alargar sus vidas y nosotros religiosamente se la hacemos llegar.

Esos padres se la toman cada día como si fuera un trago de vida y les da la esperanza que necesitan sabiendo que están haciendo todo lo que está en su mano para no faltarles a sus hijos, para estirar la vida.
Y cuando llegue el momento, sus hijos no estarán desamparados y solos porque tendrán un hogar con nosotros en casa Ankelba. Le daremos lo más parecido a ese amor que sienten sus padres hacia ellos y no les faltará de nada.

Esta es una de las miles de historias que se viven a diario en Etiopía y que no se oyen porque no hay voz que las cuente.

Os quiero Zemita, Mikyas e Izra. Te quiero Mulu.











Olivia Román





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